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Un teatro que ya nadie recuerda


“Teatro De La Alegría”




Por Roberto Famá Hernández

Miembro de la Asoc. Arg. de Invest. y Crítica Teatral


Si al caminar por la calle Chacabuco al 100 le parece oír un lejano sonido de aplausos, que como una brisa fría estremece y pasa, le sugiero que se detenga un momento frente al número 170.

Ahora, si los duendes lo quieren y abre su imaginación, verá que en esos 15 metros de frente, hay tres grandes puertas de entrada y, detrás de ellas, un muy lujoso salón.

Entre la puerta principal y las laterales, fíjese bien, mire, entre las dos columnas a la derecha y entre las otras dos a la izquierda, están las carteleras del hoy olvidado Teatro De La Alegría, y si alcanza a leer bien, podrá ver que allí se presenta, por ejemplo, algún concierto, comedia o alguna zarzuela y a continuación encontrará una detallada descripción de quienes son los tenores, barítonos, sopranos, bajos y actores cómicos que la representan; siempre encontrará primeras figuras, artistas consagrados que quieren actuar en uno de los teatros más lujosos de la Buenos Aires de 1870.

Levante ahora la vista y en el piso superior verá tres ventanales y un largo balcón precedido por una artística reja de hierro forjado. Detrás de esos ventanales hay nada menos que 150 palcos en dos hileras y 300 tertulias.
Ingresando al salón principal podrá encontrarse con lo más destacado de la sociedad porteña; el General Mitre rodeado de hacendados, u otros políticos, o intelectuales y poetas como Guido Spano que acude para aplaudir al renombrado tenor Ernesto Rossi,  que debutó allí el 6 de octubre de 1871 con el melodrama francés "Los dos sargentos” y se mantuvo con éxito total, agotando cada noche las 900 localidades, hasta el 7 de noviembre.



En la Buenos Aires de entonces el alumbrado callejero a gas, como el que vemos aquí, junto a la entrada del teatro, no era bueno y mucho público prefería el horario de tarde para asistir a las funciones del Alegría; y entonces, que no le llame a usted la atención la gran cantidad de damas que asisten a las funciones, es que es el lugar de moda, ideal  para lucir joyas y usar los entreactos para hacer tertulias con quienes conviene hacerlas. Si es Carnaval, las señoras y señores asisten con sus honestas hijas, cubiertas ellas, claro está, por algún vistoso antifaz. Los jóvenes pueden alquilar un palco por 60 pesos, arrojar desde allí coloridas serpentinas mientras suena la orquesta, y si la suerte acompaña y la ondulada serpentina resulta correspondida con una sonrisa, en el salón principal, podrán bailar con alguna señorita frente a la mirada atenta de la familia, hasta casi las 4 de la madrugada.

Usted, si lo refiere, puede comprar un abono para 30 funciones en tres turnos por 100 pesos por un palco,  o por 10 pesos una platea o una cazuela para las damas, pero si lo que usted quiere es una buena ubicación “especial” hable con Montes, el boletero encargado, que con tres días de anticipación, puede reservarle la mejor ubicación, que está al tanto de quién ocupa tal o cual palco, a quien le convendrá a usted conocer y Montes puede hacer que coincidan para compartir una interesante tertulia.


La primera huelga en la República Argentina fue la de los obreros tipográficos que se inició el 2 de setiembre de 1878. En esa época existía la Sociedad Tipográfica Bonaerense que funcionaba como una mutual y fue la entidad que convocó a esa primera huelga en el país, el punto de reunión fue en el Teatro de La Alegría, más de 1.000 huelguistas se manifestaron allí.


Adelaida Ristori
El Presidente Sarmiento asiste al Teatro  De La  Alegría para disfrutar una función teatral de la renombrada diva italiana Adelaida Ristori, después Marquesa del Grillo, quien se lució, entre otras obras, con "María Estuardo" y luego de la representación Sarmiento la saluda y le dice: “Ya tuve el gusto de verla en Nueva York”, a lo que la actriz le responde: “Sí, señor Presidente. Lo he visto varias veces en las primeras filas de la platea”. Y Sarmiento agregó: “Lo siento, porque me habrá visto llorar como un tonto...

Muchos otros nombres de obras consagradas y de grandes artistas fueron fervorosamente pronunciados en el Teatro La Alegría; podríamos hacer hoy una larga lista, Carolina Civili Palau, Rita Carbajo, Leopoldo Baron, Hernán Cortés, Joaquín de la Costa, Luis Cubas, Antonio M. Celestino, Joaquín Cuello… Pero ya no nos dicen mucho, aunque en su tiempo constituyeron éxitos increíbles; el público del Alegría obsequiaba a sus artistas preferidos con flores, álbumes, medallas de oro, guirnaldas y hasta joyas de gran valor.

Luego otros teatros fueron quedándose con el público y con los artistas; los dueños de la sala fueron cambiando, perdió brillo la cartelera y el 12 de julio de 1885 con dos comedias: "Amor de madre" y "Dimes y Diretes" a total beneficio del Asilo de Mendigos, el teatro La Alegría cerró definitivamente sus puertas y en 1909 fue demolido. Pero son varios los que aseguran que al caminar por allí, les parece oír un lejano sonido de aplausos, que como una brisa fría estremece y pasa.



1 comentario:

Dante Bertini dijo...

Una alegría volver por aquí...No se quién se alejó primero, pero hoy vuelvo y te encuentro. Gracias.
Un abrazo y que sigas llenándonos de conocimiento y recuerdos.